A nadie le gusta el dolor o la enfermedad, a lo largo de la
historia el ser humano ha intentado evitarlos con rituales, plantas medicinales,
rezando plegarias o más recientemente desarrollando la higiene y la medicina.
Algunos dolores y enfermedades son inevitables, pero
algunos pueden ser prevenidos o aliviados a través de nuestros pensamientos y
cuidados.
Sin embargo, gran
cantidad de dolor y enfermedad están causados por nuestros intentos de
deshacernos de él, no queremos tener experiencias desagradables y hacemos
todo lo posible por evitarlo, y muchas veces lo que hacemos es agravar la dolencia o perpetuarla. Forzamos la
aparición del estrés por atender a esa evitación y ese estrés es el principal
de nuestros problemas.
Los dolores o enfermedades pueden tener muchas causas, pero
todos empeoran por causas psicológicas, la manera que tenemos de afrontarlo, el
rechazo al dolor, nos tomamos calmantes, para evitarlos. No queremos padecer
dolor y puede ser que enmascaremos la causa real que lo produce, tratando de
quitarlo, disfrazamos el dolor y nos
perdemos saber de dónde viene.
El dolor es un síntoma
de algo que está sucediendo en nuestro cuerpo y en nuestra mente.
A veces lo evita y ensombrece la enfermedad real, el
problema de espalda, por ejemplo, en la mayoría de los casos está causado por
contracturas musculares, y cuando existen lesiones discales o lesiones óseas,
estas contracturas musculares lo que hacen es agravarlos.
Cuando el dolor de espalda aparece, ciática o similar, lo
primero que pensamos es evitar el movimiento, sofá, cama y nos quejamos de
nuestra incapacidad.
Hay que darse cuenta
de que el dolor nos envuelve en un ciclo que si no lo tratamos nos convierte en
un alma en pena padeciendo, sin saber cómo resolverlo.
Mindfulness puede ayudarnos con el dolor, darnos cuenta de
que ese ciclo ocurre y centrándonos de forma que al fortalecernos
psicológicamente también nos fortalecemos físicamente.
EL CICLO DEL DOLOR
Cuando tenemos dolor, aparecen emociones que nos causan
estrés y una de ellas es el miedo, este miedo produce tensión muscular y
aumenta el dolor.
Tenemos que entender el problema para tratar de
superarlo, el miedo, las preocupaciones, generan pensamientos negativos y las
emociones negativas nos llevan a mantenernos en el ciclo.
Cuando el dolor
es intenso, tendemos a creer que tenemos una lesión grave y cuando es leve o
moderado, lo achacamos al estrés. En esto como en todo no se puede generalizar
y cada persona debido a sus
interpretaciones y valoraciones lo siente de forma distinta e incluso la
misma persona en situaciones distintas puede agravarse o disminuirse.
Mindfulness ayuda a observar los cambios en el patrón de
pensamientos en el momento que estamos prestando atención y ver como las
creencias y emociones negativas incrementan la tensión de nuestro cuerpo.
Cambiar el patrón de
conducta y nuestra relación con el dolor, perder el miedo a experimentar la
sensación de dolor, dejar de anticipar el dolor o de rumiar el pasado del dolor
que tuvimos y centrarnos en el momento presente en que tenemos ese dolor es
primordial para avanzar en el alivio y mejora del dolor.
A veces el dolor es
inevitable, pero podemos elegir si paraliza nuestra vida o no. De esta manera
nos evitaremos sufrimiento y aprenderemos a sobrellevarlo. Para ello la
aceptación es imprescindible, aceptar lo que tenemos y si no podemos curarlo,
aliviarlo depende de nosotros.
Mindfulness nos ayuda a darnos cuenta de que al poner
intención en focalizar el dolor para que ya no duela tanto, que las sensaciones
de dolor van y vienen y darnos cuenta de que hay otras sensaciones en el cuerpo
aparte del dolor.
El dolor no va a tomar
todo nuestro cuerpo y tampoco todo nuestro pensamiento, somos más que nuestro
dolor y nuestra enfermedad.
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