LA MENTE ERRANTE
Expresión de ¨mente de mono¨ la mente salta de un lugar a otro, va
de un pensamiento a otro pensamiento, igual que un mono brinca de una rama a
otra, lo hace de forma impaciente y sin control. Esta actividad mental puede
implicar inquietud desasosiego, intranquilidad, nerviosismo.
Podríamos describir
esta conducta mental como compulsiva, obsesiva y neurótica.
Es lo contrario a una mente estable, concentrada, sosegada
paciente y tranquila.
La mente va de un
pensamiento a otro de forma automática y sin control, en esencia, podemos
considerar que esta mente errante, esta mente que está constantemente haciendo
preguntas o buscando respuestas es un estado mental muy común y universal.
Los seres humanos nos encontramos en este estado con mucha
frecuencia y puede condicionar fuertemente nuestras vidas.
Este estado mental consiste en quedar absortos o
perdidos en nuestros pensamientos, comenzar a pensar de forma automática e
involuntaria sobre ciertos contenidos produciéndose y manteniéndose una
producción incontrolable y continua de pensamientos.
La tendencia de la
mente de irse del presente puede ser controlada a través de la práctica de mindfulness,
centrándose en el presente, darse cuenta de lo que hace la mente y redirigirse
una y otra vez al momento presente.
Una mente errante es
una mente infeliz, centrarse en lo estas sintiendo aquí justo ahora mismo,
en lo que estás haciendo justo en este momento, romper esa cadena de pensamientos alterados y erráticos, pensar en
lo que estoy haciendo y no en lo que haré después.
El control de esta
mente divagante es un buen pronóstico para conseguir ser feliz, mucho mejor que
aquellas actividades que haces y que creemos que nos van a hacer sentir mejor.
La mente se distrae cada 6 o 7 segundos, centrarse a
través de mindfulness en estar presente aquí y ahora, centrarse en la
respiración, hace que encontremos el equilibrio y bienestar y apaguemos esa
mente errante.
La fusión con lo que la mente dice, cuando una
persona se fusiona o se funde con su mente, nos identificamos con sus contenidos,
son los pensamientos, no existe consciencia de la propia fusión, ni de la
actividad mental.
Nos creemos
totalmente los contenidos de nuestra mente y actuamos, hablamos, sentimos,
etc., acorde a ellos.
Reaccionamos a sus contenidos literalmente, vivimos,
experimentamos, sufrimos o disfrutamos sin contenido, caemos presos esclavos de
bucles de pensamientos, preocupaciones, cavilaciones, rumiando los pensamientos,
etc.
Nuestra forma de
conducta está gobernada por reglas que ponemos a través de nuestra
experiencia, ejemplos como:
· No puedo soportarlo más
· Debo eliminar mi ansiedad
· Estoy enfermo
· No tengo remedio
· Merezco estar muerto
· Soy un inútil
· Nadie me quiere
· Todo lo que hago lo estropeo
· Es imposible cambiar
· A mi edad ya no puedo conseguir nada
· Y tantas y tantas valoraciones
negativas que paralizan cada vez más nuestra actividad diaria y el concepto de
vida se hace insoportable.
Nos creemos nuestras fantasías y pensamientos y cuando estas
experiencias privadas son negativas, la fusión a estrategias de evitación,
control, supresión, distracción, de forma que intentamos reducir la
incomodidad. Evitamos todo aquello que
nos incomoda que al principio funciona, pero a la larga esta evitación
aumenta y se generaliza a otras partes de nuestra vida. Y se puede llegar a
convertir en un trastorno psicológico que altera de forma reiterada la
percepción de la realidad evitando el
contacto con todo aquello que etiquetamos como negativo. Este patrón de
comportamiento se intensifica, limita y genera más sufrimiento
Mindfulness te enseña
a relacionarte con tus experiencias y sentimientos, sin juzgar, sin criticar.
Mindfulness es lo contrario a la ignorancia, a la mente
errante, a la evitación experiencial.
Mindfulness es compasión, aceptación, compromiso y
liberación de sentimientos experiencias, aceptando lo que nos pasa tal como es
y en el momento en que nos pasa sin ir hacia atrás, el pasado, ni hacia
delante, el futuro, sólo estamos aquí, en este momento.
En este instante mismo en el que tenemos que aceptar la
realidad y ayudar a nuestra mente a calmarse y buscar soluciones a nuestro
sufrimiento hacia nosotros y los otros.
Practicar la compasión
y la gratitud, apreciar, prestar atención, no se necesita sustituir los pensamientos
ni controlarlos sino sólo observar y dejarlos pasar, como las olas del océano,
que van y vienen sin volver nunca otra igual, identificarlos, verlos y dejarlos
ir.
Mindfulness ayuda a generar compasión, cuándo practicamos la
compasión por nosotros mismos, esto nos ayuda a comprender el sufrimiento y
estamos más abiertos a sentir el sufrimiento del otro, dándonos cuenta que
todos sufrimos. Con la práctica del mindfulness
la compasión nos lleva a darnos cuenta de la interconexión con los demás y de
que todos somos parte de un mismo universo, dejando atrás ese mí, mío, yo, que
tanto nos hace sufrir.
Mindfulness es compasión y sabiduría. Van unidos pues
no se puede ayudar a alguien si no somos capaces de saber qué le pasa, nos
ayuda a desarrollar lo que se llama ecuanimidad.
La práctica de mindfulness puede ayudar a desarrollar la sabiduría.
Hay otras prácticas sólo para la compasión, pero identificarse con el
sufrimiento del otro y con el nuestro necesita práctica de sabiduría para
aceptar todo aquello que aparezca en la mente, para desarrollar el amor y la
generosidad hacia uno mismo y los otros, practicar de forma que cuando llegue
el sufrimiento del otro podamos expresar esa generosidad y calidez y solo buscar
dar respuestas positivas para ayudar a que la otra persona se sienta bien.
Desarrollar la
ecuanimidad nos hace comprender el sufrimiento del otro con otra perspectiva, dándonos
cuenta de que en realidad todos sufrimos y que no somos los causantes del
sufrimiento, tampoco a veces podemos quitarlo, sólo podemos aliviarlo.
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