Vivir según nuestras propias expectativas
Vivimos, con mucha frecuencia, pensando en el futuro.
Esto nos permite imaginar cómo será, hacer preparativos, prevenir sucesos, evitar consecuencias desagradables…Sin embargo, también nos encontramos que no siempre nos ayuda o nos sirve, ya que en muchas ocasiones, adelantar el futuro, puede limitarnos a vivir el presente.
Con frecuencia, cuando pensamos en el futuro, éste se vuelve oscuro y negativo, y esto nos trae al presente, miedos, preocupaciones, EXPECTATIVAS “negativas”… Y es obvio, que aunque no siempre ocurrirá lo que pensamos, si es seguro, que desde ya, estamos sufriendo por algo, que quizás no vaya a ocurrir, es decir, que muchas de nuestras predicciones nunca se harán realidad, y a pesar de ello, ya estamos sufriendo por ello.
Lógicamente, éste es un camino lleno de fracasos y de evitaciones, porque, ante éstas previsiones de dolor y sufrimiento, vamos aprendiendo a alejarnos de cualquier riesgo que pueda desembocar en fracaso. Es decir, evitamos arriesgarnos, para evitar sufrir, aunque esto nos traiga igualmente sufrimiento, por la lejana idea de conseguirlo.
Pero, en ocasiones, nos convencemos a nosotros/as mismos/as, de que se puede conseguir, de que merece la pena intentarlo, de que tengo muchas posibilidades, de que voy a esforzarme al máximo…, y que eso me acercará al éxito.
Y por tanto, me aventuro a ir a por mis sueños, y para el camino me llevo un montón de EXPECTATIVAS “positivas”, de cómo quiero que sean las cosas, de cómo tienen que ocurrir, de los cambios que tienen que ir sucediendo….
Y así comienzo mi camino, en una constante “hipervigilancia y comparativa”, de cómo “tendría que ir sucediendo todo”. Y entonces, me voy dando cuenta de que no es como esperaba, que nada de lo que esperaba ha ocurrido ya, que llevo tiempo caminando, esperando y observando minuciosamente, y nada….
Mis expectativas se frustran, no aprecio cambios, mi sueño aún está lejos… Abandono.
Y sin embargo, es posible que otras personas me animen a continuar, me den ánimos y me digan que algo está ocurriendo, que aprecian cambios desde que empecé mi camino…
Es posible que la percepción de mí mismo/a y de mi camino, no sea del todo real, que mis EXPECTATIVAS, hayan hecho que mi atención se dirija al resultado y no vea los pequeños cambios…
¿Puedo ver crecer una planta si no dejo de mirarla?
¿Cuánto me parece que tarda el reloj en mover sus agujas, si no dejo de observarlo?
¿Puedo apreciar el crecimiento de un bebé, cuando no ha pasado tiempo sin verlo?
Así nos sucede con los cambios, con nuestros proyectos, con nuestros sueños, con frecuencia, están ocurriendo, si caminamos hacia ellos, aunque no lo apreciemos.
Son nuestras propias expectativas de cómo deberían de ser las cosas, las que en muchas ocasiones no nos permiten “ver” lo que sí está ocurriendo.
Si ponemos al camino de nuestros sueños, perspectiva, distancia, paciencia, confianza, e ILUSIÓN, probablemente comprobemos que todo está ocurriendo, aunque no sea exactamente como lo habíamos imaginado, ni en los tiempos que hubiésemos deseado…
Si caminamos hacia ellos, centrándonos en el PRESENTE y en los pequeños pasos, DISFRUTAREMOS de lo andado, sin que las Expectativas nos limiten, nos desesperen y nos hagan abandonar.
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