Cosas que hacen que la vida valga la pena II
El pensamiento positivo es algo que se puede aprender. Cuántas veces visualizamos las mismas escenas negativas una y otra vez, cuántas veces nos las repetimos, nos las contamos de mil maneras y todas a cuál peor, cuántas veces anticipamos lo negativo y nos recreamos en el dolor, en la preocupación, en el miedo, en la angustia, en la desesperación, en la impotencia… ¿Os habéis planteado qué ocurriría si hiciéramos lo contrario? ¿Si nos contáramos una y otra vez las mismas historias pero bajo un punto de vista positivo y nos recreáramos en ello? Hay dos palabras que son mágicas: ¡PUEDO! y ¡QUIERO! Puedo hacerlo, quiero hacerlo, sólo tengo que intentarlo.
No hay edad para el cambio, la ciencia ya lo ha demostrado. Nuestro cerebro tiene una gran plasticidad, por lo que si pensamos y sentimos que nuestra edad de máxima producción y capacidad no tiene límites y actuamos en consecuencia, nuestro cerebro crecerá pues pondremos en marcha todos los mecanismos necesarios para ello y activaremos nuevos circuitos neuronales y con ellos incrementaremos nuestras posibilidades.
Ante cada problema, relajémonos, pensemos que somos capaces de solucionarlo, eliminemos la inhibición y el bloqueo y actuemos en consecuencia. Repitamos una y otra vez que vamos a realizar todo lo posible para resolverlo, que vamos a tener en cuenta otras alternativas, que nuestro esfuerzo no va a ser en vano, que lo vamos a intentar…, y la solución llegará. No perdamos el tiempo ni la energía en lamentaciones ni en cosas improductivas e ineficaces que no sirven para nada, utilicemos esa energía en aportar soluciones, en movilizarnos para resolver,utilizando todos los recursos a nuestro alcance y la solución llegará.
Un pensamiento positivo siempre provoca emociones positivas, sumamente agradables y un enorme beneficio tanto físico como psicológico. Un pensamiento positivo hace que aflore lo mejor de nosotros mismos. Un pensamiento positivo potencia relajación, autoestima y seguridad, ayuda a valorarnos y a querernos, a sentirnos orgullosos de nosotros mismos y a reconocer nuestra valía, a incrementar la motivación para luchar, para vivir y para disfrutar de la vida. Nuestras reacciones físicas y psíquicas, nuestros comportamientos y sentimientos dependen de cómo nos contemos nuestras propias historias y de cuánta credibilidad les otorguemos.
Aprender a generar pensamientos positivos es aprender a potenciar habilidades y recursos hacia una mejor resolución de cualquier problema, es aprender a estimular y a potenciar la esperanza, el optimismo, el enfrentamiento a las adversidades, la motivación hacia la consecución de objetivos, las fortalezas emocionales, la calidad de vida y en definitiva incrementar nuestra salud física y mental de tal forma que nos permita adquirir una mayor percepción de control cognitivo, emocional, social, conductual y fisiológico lo que nos pondrá en la mejor posición para transformar y generalizar unas reacciones mucho más adecuadas ante cualquier situación que requiera una mayor adaptación y afrontamiento a la vez que estimula la transformación personal y una mejor adaptación social.
Los beneficios del pensamiento positivo, en la salud física y psicológica, son incalculables pues aportan:
- Más relajación (un organismo relajado es un organismo que física y psicológicamente funciona mucho mejor).
- Más paz, serenidad, equilibrio, armonía en nuestras relaciones con los demás y con nosotros mismos.
- Más sueños positivos y mayor optimismo.
- Mayor acción y mayor movilización a la hora de resolver cualquier problema por difícil que pueda parecer.
- Mayor creatividad y dinamismo.
- Mayor claridad y eficacia.
- Mayor concentración.
- Más respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás
- Más ilusiones, más ganas de disfrutar, más ganas de vivir, más ganas de compartir los mejores momentos de nuestra vida…
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