EL ABURRIMIENTO
Hoy en día, gracias a la tecnología, tenemos acceso al
envío de mensajes a un amigo/a o familiar en el momento que se nos ocurre,
podemos escuchar nuestra canción favorita en cualquier momento, una serie, una
película, y todo porque estamos conectados a los dispositivos veinticuatro
horas al día, nos acostamos y no apagamos el sonido, por si llega algún mensaje
o notificación y nos perdemos el directo.
Todo esto lo hacemos para evitar el
aburrimiento, el silencio en nuestro entorno, conectar siempre con otros y
evitar estar con nosotros mismos porque no sabemos que hacer, nos aburrimos.
No reconocemos nuestro dolor o nuestra pérdida porque
siempre buscamos apartarlo o enmascararlo. No tenemos la capacidad de hacer
nada, siempre pensando en producir, en hacer algo, estar ocupados.
Cuando meditamos nos damos cuenta que evitamos el
aburrimiento prestando atención y puede ser algo que nos resulte interesante o
no, pero si lo experimentamos y prestamos atención evitaremos el aburrimiento y
nos daremos cuenta de cómo somos nosotros mismos.
Meditar no es perder el tiempo, cuando vemos una película
o leemos un libro vivimos lo que hay en ellos, al meditar vemos lo que hay en
nosotros mismos, nos damos cuenta de cómo somos y reaccionamos.
Prestar atención a nuestra respiración, a las
sensaciones físicas de la respiración en nuestro cuerpo, prestar atención a
nuestra respiración en el momento justo en el que estamos nos aleja de la
eterna búsqueda de ocupar nuestro espacio y tiempo.
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