5 de Febrero
La dependencia no da seguridad
Desde pequeños, han sido aquellos que nos han cuidado, los que nos han descubierto el mundo, a través de sus ojos hemos comenzado a caminar y ver los colores de las cosas. Nos han alimentado, nos han enseñado a hablar y también nos han enseñado con que reírnos y con que no, que es bueno y que es malo, que es la felicidad y que no lo es.
Para un bebé, ser dependiente es lo único que tiene para sobrevivir, por eso aprende a llorar para pedir comida, o para que lo aseen, o simplemente para que lo abracen, aprende a reír cuando le sonríen e imita todo aquello que ve.
A medida que crecemos, la dependencia es una forma de seguir aprendiendo, por ello es el hábito más arraigado que tenemos en nuestro desarrollo, pues nos ha aportado seguridad y nos ha programado para ser el reflejo de la aprobación de otros.
¿Que ocurre cuando el aprendizaje nos ha convertido en personas dependientes mucho despues de lo necesario? Muchos padres utilizan a sus hijos, como creaciones propias, o para su propio beneficio, evitando en lo posible dejarlos andar por ellos mismos, los han convertido en prisioneros a cambio de algunos privilegios.
Podemos llegar a ser adultos y no darnos cuenta de que dependemos de otros para vivir, ya sea de una forma u otra. No podemos echar la culpa a nadie del desarrollo de estos hábitos de dependencia,llega un momento en la vida en el que hay que tomar responsabilidades y control sobre lo que nos pasa, tal vez no nos han enseñado, ni nos han dado oportunidad, o tal vez nos chantajean con recordarnos lo que hicieron por nosotros en el pasado, el caso que llega un momento en que toca tomar las riendas.
La sobreprotección de los padres, la crianza en la dependencia, no deja que tomemos responsabilidad, siempre están cuestionando nuestras decisiones, ir contracorriente es difícil, pero no imposible.
A veces hay que llegar a la madurez para darse cuenta de ello y en otras ocasiones nos encontramos a personas con mas de cuarenta años, dirigidos por sus progenitores y no se dan cuenta de que están poniendo excusas para no vivir una vida plena por ellos mismos.
Las relaciones sanas, con los hijos, la pareja, los amigos, la familia, ....., deben dejar crecer y desarrollarse al otro, dejar que la relación crezca a base de confianza, respeto, sin utilizarlo a conveniencia de nadie, juntos todo es mejor, la igualdad y creer en el otro, hacer aumentar el respeto y todo alcanza mas fácilmente el equilibrio.
Dejar crecer y enseñar a ser libres e independientes es el mejor regalo que podemos hacer a los que nos rodean y sobre todo a nosotros mismos, porque nos devolverán todo multiplicado, tendremos a nuestro alrededor a personas felices y llenas de confianza que nos ayudaran a aumentar nuestro bienestar, con la plenitud de su vida.
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