Translate

sábado, 9 de febrero de 2013

Optimismo frente a pesimismo

9 de Febrero

Optimismo frente a pesimismo



El pesimismo nos rodea. Hay personas que viven permanentemente afligidos por este.
 Incluso los mas optimistas alguna vez pasan por el trance del pesimismo. Ahora bien, ¿es el pesimismo uno de esos colosales errores de la naturaleza, o tiene un sitio valioso en el esquema de las cosas?.

El pesimismo puede apoyar ese realismo que con tanta frecuencia necesitamos. En muchos campos de la vida, el optimismo no puede justificarse. En esos momentos en que irremediablemente terminamos fracasando quizá podamos hallar algún consuelo contemplando las cosas con cristales color de rosa, aunque con eso no vamos a modificar la situación. En ciertas circunstancias  tenemos necesidad de cambiar y no de buscar razones para aferrarnos a lo anterio.

 ¿cuál es entonces el papel del pesimismo?.
  Es posible que corrija algo que hacemos más o menos bien cuando nos sentimos optimistas y no estamos deprimidos … en suma, tal vez sirviera para apreciar adecuadamente la realidad. “Quizá lo que hemos considerado una buena terapia para un paciente deprimido no haya sido otra cosa que alimentar ilusiones, lo que haría que el paciente termine pensando que el mundo es mejor de lo que es en realidad. Está contrastado que las personas deprimidas, si bien son más tristes, también son más juiciosas”

Las personas deprimidas –que en su mayoría son pesimistas- juzgan con mayor precisión de cuánto control disponen. Los no deprimidos –en su mayor parte son optimistas- creen que ejercen más control sobre las cosas del que efectivamente poseen, en particular cuando quedan desamparados y no tienen control alguno.


Otra evidencia que destaca es la memoria. En líneas generales, los deprimidos recuerdan más los momentos malos, y menos los buenos. En los no deprimidos, sucede lo contrario, recuerdan más los buenos que los malos. A juzgar por las explicaciones de los deprimidos y, de acuerdo con el dicho popular, el fracaso es huérfano y el éxito tiene muchos padres.

 Primero está el optimista, todos ellos necesitan, deben tener visión de futuro, soñar cosas que aún no existen, explorar límites que están más allá de lo nunca alcanzado hasta ese momento, pero tambien la vision  pesimista, de p tener un exacto conocimiento de las realidades del momento. Son  personas convencidas de que la triste realidad está constantemente arrasando con los sueños más optimistas.

Quizas lo importante es mantener un equilibrio entre las dos visiones, una realidad que no nuble la vision de futuro. Hacer planes  que sean flexibles y que sirvan para crear y aprovechar las oportunidades para aprender y crecer.


Pero hay que fijarse en la perspectiva  de los inconvenientes del pesimismo:

- El pesimismo causa depresión.

- Induce más a la inercia que a la actividad, cuando surgen dificultades y contratiempos.

- Nos hace sentir mal: tristeza, pérdida de voluntad, preocupación, ansiedad.

- El pesimismo lo impregna todo. Los pesimistas no insisten cuando se enfrentan con los desafíos y, por tanto, fallan con más frecuencia… incluso cuando el éxito es alcanzable.

- El pesimismo va asociado a un deterioro de la salud.

- Los pesimistas fracasan cuando intentan ascender.

- Los pesimistas se sienten peor, incluso cuando tienen razón. Su pauta explicativa convierte en desastre lo pronosticado y, luego, hacen del desastre una catástrofe.


La conclusión, “el equilibrio parece favorecer al optimismo, pero hay momentos y lugares en los que tenemos necesidad de nuestro pesimismo”. El pesimismo, en formas leves, cumple con la misión de frenarnos un poco para que no corramos el riesgo de exagerar nuestro optimismo, nos obliga a que lo pensemos dos veces, que no tomemos decisiones apresuradas ni hagamos actos irreflexivos. En los momentos optimistas de nuestra vida nacen los grandes proyectos, los sueños y las esperanzas. “El genio de la evolución se halla en la tensión dinámica entre optimismo y pesimismo, en la interacción entre uno y otro”.

Cuando el optimismo nos impulsa a probar y el pesimismo nos aconseja retroceder, una parte de nuestra personalidad toma en cuenta las dos posturas. Ese  es  el buen sentido. Al comprender la simple virtud del pesimismo, junto con sus consecuencias frustrantes, paralizantes, podemos aprender a resistir las constantes advertencias del pesimismo. “Podemos aprender a elegir el optimismo, la mayoría de las veces, pero sin dejar de lado al pesimismo, cuando sea necesario”.

 Impacto del optimismo 
Los optimismtas son mas constantes, a medida que pasa el tiempo persisten y tienen mas aptitudes para enfrentarse a los conflictos ya que se sienten mas motivados que frustrados, su vision de futuro los mantiene activos.

Los hábitos de pensamientos de los optimistas, son mas motivadores, su forma de interpretar los hechos mas internos, le motiva a mejorar, sin tener que culpar a nadie de los fracasos  e intentando cambiar la forma de actuar la proxima vez.

Lo importante es tener un optimismo flexible, donde se puede tener control ante la adversidad y sentirnos capaces de poder cambiar las condiciones que nos rodean para que asi las cosas cambien.
El optimismo se puede aprender

. Primero, empiece por preguntarse qué es lo que desea realizar.

-Si se encuentra en situación de alcanzar un logro (ganar un ascenso, vender un producto, redactar un informe difícil) utilice el optimismo.

-Si le preocupa su estado de ánimo (pues está luchando para mantener alta su moral), utilice el optimismo.

-Si es una situación que tiende a prolongarse y está en juego su salud física, utilice el optimismo.

-Si quiere ponerse al frente, liderar a otros, si quiere que voten por usted, utilice el optimismo.

Pero, también hay momentos en los que no conviene usar estas técnicas.

-Si lo que se propone es bastante arriesgado, no utilice el optimismo.

-Si su objetivo es aconsejar a otros, cuyo futuro es oscuro, no utilice el optimismo.

-Si lo que quiere es hacerse cargo de los problemas de otros, no comience con optimismo, aunque convendrá utilizarlo luego, porque una vez lograda la confianza, el optimismo puede ayudar.

La línea de conducta fundamental para no alentar el optimismo es preguntarse ¿cuál será el costo del fracaso en cada situación particular?. Si ese costo es elevado, el optimismo es una estrategia equivocada. El piloto que está al mando del avión decidiendo si ha de bajar la altura; el juerguista que debe decidir si conduce su coche de regreso a casa después de haber bebido unas copas de más; la esposa frustrada que debe tomar la decisión de iniciar una aventura que, de salir a luz, podría destruir su matrimonio, no tienen que recurrir al optimismo. En estos casos, los costos de un fracaso son, respectivamente: la muerte, un accidente automovilístico y un divorcio. No es adecuado recurrir a nuestras técnicas para minimizar esos costos.

Por otra parte, si el costo de un fracaso no es alto, utilice el optimismo. El agente de ventas que decide si hará algunas visitas más en el día, todo cuando arriesga es perder algo de tiempo. El tímido que decide si entabla o no una nueva conversación, a lo único que se arriesga es a que lo rechacen. El ejecutivo al que están olvidando en los ascensos, todo cuanto arriesga es una negativa en caso de que, con tranquilidad y sin alzar el tono, exponga su opinión de que merecería un ascenso. En todos estos casos, conviene utilizar el optimismo.

Analizando esto en el plano laboral,  empezar preguntándonos “¿En qué medida ese puesto exige constancia, iniciativa y saber superar la frustración y las negativas?”. Plantea que las actividades en las que una pauta explicativa optimista es lo más indicado son: ventas, relaciones públicas, captación de fondos, así como trabajos creativos, muy competitivos o con mucho desgaste.

Pero, también hay trabajos en los que conviene un agudo sentido de la realidad. Son trabajos en los que apenas se reciben negativas, trabajos muy técnicos en los que no se sufren presiones, ni se trabaja en tensión. Estos trabajos son idóneos para personas realistas y reflexivas, no para trabajadores que podrían ganar el premio al mejor vendedor. Este tipo de trabajo suele ser directivo, y en él el pesimismo puede ser una virtud y, el optimismo, debe frenarse. Consider que, un pesimista moderado, puede desenvolverse muy bien en áreas como: estimación de costos, diseño de medidas de seguridad, negociación de contratos, contabilidad, redacción técnica, control de calidad, jefe de personal, entre otros.



Dicen los especialistas que el optimismo es el camino más corto hacia la felicidad. ¿Se nace optimista o se puede aprender a mirar la vida con ojos más venturosos?
  • ¿Mitad lleno o mitad vacío? El optimista suele ver lo que está dentro del vaso y no lo que falta.
La definición de optimismo que encontramos en el diccionario es “la propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable”. De acuerdo a ello, quienes hoy investigan las características del optimismo se detienen en dos cuestiones principales: ¿El optimismo es la actitud que nos guía a la felicidad más contundentemente? ¿Es una cualidad innata o podemos aprenderla?
Los científicos responden a la primer cuestión afirmando que las personas optimistas son más felices por mirar el mundo con mejores ojos. Esta actitud los favorece en cuestiones de salud (se enferman menos o transcurren sus enfermedades de mucho mejor ánimo) , y además tienen más éxito en sus trabajos, sus estudios o cualquier otra actividad que realicen.




No hay comentarios:

Publicar un comentario