25 de Agosto
Explorar el mundo y mirar con asombro
a. Las personas atrevidas y arriesgadas generan más tolerancia al dolor ya la frustración; es decir, se ataca el esquema de inmadurez emocional.
b. Una actitud orientada a la audacia y al experimentalismo responsable asegura el descubrimiento de nuevas fuentes de distracción, disfrute, interés y diversión. El placer se dispersa, se riega y desaparece la tendencia a concentrar todo en un solo punto (por ejemplo, la pareja).
c. Explorar hace que la mente se abra, se flexibilice y disminuya la resistencia al cambio. El miedo a lo desconocido se va reemplazando por la ansiedad simpática de la sorpresa, la novedad y el asombro. Un susto agradable que no impide tomar decisiones.
d. Se pierde el culto a la autoridad, lo cual no implica anarquismo. Simplemente, al curiosear en la naturaleza, las ciencias, la religión, la filosofía y en la vida misma, se aprende que nadie tiene la última palabra. Ya no se traga entero, y someterse no es tan fácil. Aparece un escepticismo sano y la interesante costumbre de preguntarse por qué.
Algunas sugerencias prácticas.
1. Juego y espontaneidad. Los adultos perdemos la magia del juego y nos enconchamos. Racionalizamos tanto que nos constipamos.
• Recurre al método del absurdo. Comportate de una forma absurdo, y deja que los demas te mira, aprenderar a olvidarte de los otros y pensar solo en ti, no eres tan importante como para que los demas se fijen tanto en ti y si lo hacen a ti te debe dar igual, porque las criticas no te afectan.
• Despreocúpate del qué dirán y de la adecuación social. El peor obstáculo para la espontaneidad es estar pendiente de la normatividad y de la opinión de los charlatanes. No tangas miedo al rechazo, de todas maneras va a ocurrir. ¿No has notado que hay personas que cuando ríen parece que estuvieran llorando? Por todos los medios intentan ocultar y disimular la carcajada, como si se tratara de un eructo. Seguir las normas racionales está bien, pero ser esclavo de todas ellas indiscriminadamente es asfixiante. ni para nadie, puedes hacer lo que quieras. Incluso ser feliz.
2. Bucear en lo intelectual. Lo cortés no quita lo valiente. Jugar en el área intelectual es investigar. Husmear en los logros de la mente puede resultar apasionante. Cada día hay más divulgación científica. Temas que antes eran sólo para eruditos en la materia, hoy están disponibles para cualquier lector inquieto. Curiosear en la naturaleza es verdaderamente apasionante. No hace falta tener un laboratorio ni usar bata blanca, sino aventurarse a buscar información. Acostúmbrate a entrar de vez en cuando en una librería y revisa los anaqueles, algo encontrarás que llame tu atención.
3. Incursionar en el arte. Algo similar ocurre con las artes. ¿Hace cuánto que no te sientas en un parque a leer poesías? La poesía no es para señores de barba y sandalias, o para declamadores de rimas prosaicas y deprimentes. La literatura es para cualquiera que sea sensible a la palabra. No escuches a los expertos en arte, son artistas frustrados. No tienes que ser un especialista, saber fechas, lingüística avanzada o estar en cinco talleres de escritores. Simplemente debes leer, sentir y disfrutar.
¿Hace cuánto que no vas a una obra de teatro, un concierto o un cine para sombríos intelectuales? Acercarse al arte es el mejor de los comienzos para crear una actitud anti-apego. Muchos de mis pacientes han encontrado una vena artística que jamás pensaron tener. ¿Nunca has pensado en tocar un instrumento? ¿Vas a esperar hasta la vejez para decidirte? ¿Querías ser bailarina? ¡Empieza! Entra a tus clases con la tranquilidad del que ya no quiere ser el mejor (nunca serás la estrella del Lago de los Cisnes) y verás que lo disfrutas.
4. Ensayos de comportamiento. Cuando en mis años jóvenes estudiaba teatro, una de las técnicas que más me fascinaba era actuar en la vida diaria el papel del personaje que iba a interpretar. Junto a mis compañeros solíamos asumir el papel por semanas, y si lográbamos sobrevivir a la experiencia, la puesta en escena resultaba magistral.
Cambia tu apariencia, a ver qué pasa. Renueva tu vestuario y tira esos vejestorios que todavía guardas. Ensaya peinados nuevos, tinturas de pelo, depiladas, cortes, colores audaces o disfrázate de Drácula. Si eres introvertido, busca la moda más lanzada, tómate un tranquilizante y exhíbete.
5. Viajes y geografía. No sé si te ha pasado alguna vez que cuando estás viendo el canal Discovery, la Nacional Geographic o Planeta Animal, comienzas a sentir cierta envidia por los realizadores. Somos viajeros del tiempo y del mundo. Para pasear no es necesario ser un Jacques Cousteau con lancha y patrocinios millonarios; sólo se requiere espíritu de aventura, de alma de conquistador. Ganas de salir y arriesgarse a conocer. Puedes ir a donde quiera que el presupuesto te lo permita. Puedes acampar de mala gana, pelear con los insoportables mosquitos, ingerir alimentos enlatados medio
descompuestos, mojarte por la noche, soportar una invasión de arañas y, pese a todo, estar contento. Nadie recuerda las experiencias recatadas y prudentes del pasado. La memoria siempre gira alrededor de las locuras y las metidas de para que alguna vez hicimos. Puedes vagar de un pueblo a otro, ir a una playa distante o al Viejo Continente, pero no te quedes quieto y fosilizado. Hay personas que siempre salen al mismo paseo, con la misma gente y en la misma época. Son viajes planeados, predecibles, esterilizados, controlados y, claro está, aburridísimos. Acercarte indiscretamente a culturas y costumbres distintas, te hará ciudadano del mundo.
6. Conocer gente. La desconfianza es el peor de los males sociales. He visto gente tan ermitaña que no se soporta a sí misma. Frecuentar gente nueva es otra forma de explorara. Si tienes una pareja con “solitaria” y brotes esquizoides, estás en graves problemas. Una vejez sin amigos es una vejez triste y arrugada. Todas las personas, sin distingos de raza, sexo o religión, tienen algo importante que decir y algo que enseñar.
Como puedes ver, el principio de la exploración exalta tu juventud y tus ganas de vivir. Un individuo activo y dispuesto a vencer la rutina no creará tan fácilmente dependencia ni apegos. Será capaz de amar, pero no resistirá las ataduras. En palabras de Thomas Mann: “Ser joven es ser espontáneos, estar cerca de la fuente de la vida, erguirse y sacudirse las cadenas de una civilización caduca, osar lo que otros no han tenido el valor de emprender; en suma, volver a sumergirse en lo elemental
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