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miércoles, 15 de enero de 2020

LA IRA Y LA TRISTEZA






CONTROLAR LA IRA

Cuando estamos enfadados, la ira se apodera de nosotros, estamos tensos, nuestro corazón se acelera, respiramos rápido. No nos damos cuenta de que la IRA es una emoción y que estar enfadados, es un estado emocional , no podemos creer que un enfado lo llene todo de ira, angustia y convertirnos en ello. 

Darnos cuenta de que la IRA es una respuesta a un contratiempo en el que nos sintamos ofendidos, agredidos de alguna manera, como toda respuesta emocional es automática y no lleva lógica o racionalidad, sino que salta a nuestra mente en un instante inmediato y nubla toda nuestra parte racional. 

Debemos tener cuidado en las  valoraciones que hacemos en esos momentos porque luego lo podemos lamentar. No se piensa con claridad y no podemos ayudarnos con ninguna solución válida para nosotros o para los que nos rodean.

Dificil, pero se puede hacer y es tomar el control, conseguir que LA IRA no nos inunde, darnos cuenta de como nuestro cuerpo esta angustiado, el corazón late deprisa, nuestra mandíbula se aprieta, estamos tensos, comenzamos a levantar la voz y a hacer gestos .

PARA UNOS MOMENTOS Y RESPIRA , centrarnos en nuestra respiración, como el aire entra y sale por nuestra nariz, como nuesto pecho sube y baja cuando el aire entra y sale, nuestro abdomen se infla y desinfla cuando el aire pasa por los pulmones, puede ayudar hacer unas cuantas respiraciones profundas y ralentizar la salida del aire, intentar hacerlo como si quisiéramos apagar una vela pero muy suavemente.  Intentar crear un espacio para la IRA para que entre y se vaya, como en un recipiente, ha entrado en nuestra mente y  la vaciamos, respiramos, sentimos nuestro cuerpo y sentimos que somos nosotros los que lo controlamos no la emoción, SALIR a dar un paseo, ESCUCHAR una melodía, LLAMAR  a alguien, lo que pueda calmar ese momento y después TOMAR LAS DECISIONES
Dificil otra vez, pero a la larga nos damos cuenta de que las emociones no nos controlan, sino somos nosotros los que controlamos las emociones.


Comprender que todas las cosas vienen y van, también las emociones y darnos cuenta de que todo ocurren por la combinación de causas y condiciones. Los pensamientos igual que las emociones vienen y van y no nos identificamos con ellos, no somos nuestros pensamientos, darnos cuenta de que nada permanece y nuestros pensamientos y emociones se van también.

Pueden venir tiempos felices y hermosos y tiempos malos y dolorosos, pero seguiremos siendo nosotros mismos y tanto unos como otros se irán.

Darnos cuenta de la impermanencia de las cosas, cierra los ojos y observa como los sonidos aparecen y desaparecen, el placer no dura para siempre, igual la angustia o la tristeza son momentos pasajeros de nuestra vida que tenemos que acostumbrarnos a verlos pasar.

Toma un trozo de chocolate, ponlo en tu boca y saborea su dulzor, su textura, como al juntarse con la lengua tiene un sabor y como en la parte de arriba de la boca otro, disfruta ese momento del chocolate en tu boca. Siente como poco a poco se va disolviendo y sin casi sin querer lo tragas y lo dejar ir por tu garganta, va desapareciendo, hasta que llega un momento que ya no hay chocolate en la boca, persiste el sabor por unos momentos, pero se va la sensación de placer, se va la sensación de disfrute, se va el momento chocolate.
Igual ocurre con el dolor y la pérdida, sufrimos, sentimos tristeza, pena, angustia, rabia, nuestro cuerpo se inunda de todas esas emociones, pero igual que el chocolate, se irán. 

No nos apegamos a ellas, las dejamos ir porque nada permanece, todo fluye y se va.
No apegarnos a lo agradable o evitar lo desagradable, tanto una como otra pasaran y nuestra vida seguirá fluyendo.

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