Resolver Problemas
La capacidad de enfrentar
los conflictos o dificultades de una manera constructiva requiere cierta habilidad, es decir,
como parte de nuestra vida y no como desgracias "personales" que no tienen solución.
Todo esto
está relacionado con la habilidad para tomar decisiones y se actúa de la misma manera.
La solución adecuada a un problema incluye pensar sobre las diferentes alternativas de
solución y sus consecuencias. Esto nos ayuda a encontrar la mejor solución posible.
1. Los problemas no siempre se resuelven de forma inmediata, hay que aprender a esperar.
2. Existen situaciones que nos producen mucho dolor y nos deprimimos. Por ejemplo, cuando
perdemos a alguien que amamos o algo que queríamos mucho.
3. Las cosas no siempre se resuelven como planeamos, pero tenemos que seguir adelante.
Lo más importante para resolver un problema es vencer la inmovilidad mental, la
parada del cerebro que nos impide ponernos a pensar fluidamente en el problem
1. DEFINE EL PROBLEMA.
Es un paso sencillo. Comienza por coger un bolígrafo y un papel y tómate unos minutos
para definir el problema que quieres resolver, tratando de enumerar todas las características
del mismo. Es necesario dilucidar cuáles son los procesos y los aspectos relevantes que
influyen en el problema. Trata de recoger en tu escrito cuál es la causa del problema y la
razón por la que se mantiene en el tiempo. Añade la postura que has tomado tú en el
problema, la forma en la que lo tratas y cómo te afecta. Sería bueno además que escribieses
la posible evolución del mismo si nadie actúa de ningún modo hacia él.
2. GENERA TODAS LAS POSIBLES SOLUCIONES
En esta fase tendrás que escribir todas las alternativas que se te ocurra que pueden poner fin
al problema. Cuando decimos “todas” nos referimos a “todas”. Es decir: no hagas crítica, no
razones, no reflexiones. Simplemente coge un papel y, una tras otra, coloca todas las
opciones que supondrían una rotura de la inmovilidad de la situación que tienes ahora. La
crítica y autocrítica no deben aparecer aquí. Es preciso suprimir ambas para poder
considerar todas las posibles opciones sin censura. Cualquier propuesta es aprovechada,
contemplada, anotada.
Muchas personas se sorprendieron a sí misma con el sólo hecho de redactar por escrito esta
lista porque entendieron que un gesto tan sencillo es mucho más de lo que habían hecho
durante años de inmovilidad para resolver su problema.
Esa lista inicial debería contemplar como mínimo dos opciones, aunque lo interesante es que
tenga cuantas más opciones mejor. Cuando acabes tu lista, tómate unos minutos para ver si
quizá hay algún elemento nuevo que no se te ha ocurrido pero que también puede entrar en
la gama de opciones que romperían la inmovilidad. Sigue evitando toda crítica. Lo que se te
ocurra como opción escríbelo.
3. VALORAR CADA OPCIÓN.
Estás ya en el paso tres. En este paso has de valorar por separado cada una de las
opciones de la lista que has creado. Para eso coge varios folios y sitúalos en posición
horizontal frente a ti. En la parte superior central de cada folio pon uno de los elementos que
has escrito en tu lista. Justo debajo de él, dibuja una línea recta que divida el folio por la
mitad. Con esto has hecho dos columnas en cada folio. Ahora coloca un signo menos sobre
la columna de la izquierda y un signo más sobre la columna de la derecha.
El siguiente paso consiste en pensar uno por uno todos los elementos negativos y todos los
elementos positivos que traería consigo esa opción. Analízala con calma y piensa cada una
de las consecuencias que traería elegir la opción que has colocado en la parte de arriba del
folio. Se trata de escribir los cambios que se producirían si tomases esa opción. Elabora una
lista lo más extensa que se te ocurra, tanto para los resultados negativos, que colocarás en la
parte izquierda del folio, como los resultados positivos, que colocarás en la parte derecha.
Hazlo ahora con la primera de las opciones de la lista, puntua lo que has escrito y despues haz la otra lista y tambien puntua, compara y elige, no pasa nada por equivocarse, elige la mejor para ti y lo que de verdad quieres, sopesa los puntos negativos y positivos y sigue adelante.
Por supuesto descartar opciones que sean ilusas o inalcanzables o que requieran que otros cambien, ya que eso no depende solo de nosotros y no lo podremos controlar.
REALIZAR UN LISTADO DE COMPORTAMIENTOS TENDENTES A LA
META ESCOGIDA
Sea cual sea tu decisión, va a implicar necesariamente que lleves a cabo una serie de
comportamientos hacia tu entorno. Recuerda la frase que dice “si no haces nada, nada
cambia”. Ahora ya sabes que tienes que hacer algo, y también has llegado a una conclusión
acerca de lo que tienes que hacer.
Lo más importante ahora es que no te dejes llevar por la ansiedad que te pueda producir
pensar en esa decisión como un todo. Antes de eso, trata de desgranar la decisión en
comportamientos más sencillos. Trata de escribir cada uno de los pasos que tendrás que dar
para conseguir la meta final. Las acciones que anotes han de estar expresadas de forma
simple y concreta.
REFUERZA TU POSICIÓN
Has de tratar de que el mismo problema no te envuelva de nuevo. Para eso es preciso marcar
distancia entre el problema y tú, y asegurarte de que cada decisión que tomas no te está
aproximando una vez más al problema. Durante varios meses después de tomar la decisión
y llevarla a cabo tendrás que tener esa cuestión muy presente en la cabeza.
La toma de decisiones provoca en ocasiones un cambio muy importante en la vida de las
personas. Este cambio en ocasiones va sucedido de una pérdida de algunos amigos, pérdida
del lugar de residencia, pérdida de pertenencias, … Psicológicamente toda pérdida puede ir
acompañada por un período de desmotivación o bajón emocional (¿Tal vez sea esto lo que
mete de nuevo a la persona en la espiral de su problema?) Para asegurarte de que tu estado
de ánimo se va a ver lo menos influido posible, toma estos puntos en consideración:
1. Rodéate de amigos/as y trata de hacer el mayor número de actividades posibles con
ellos/as.
2. Apúntate a algún curso.
3. Haz periódicamente actividades de tiempo libre
4. Haz ejercicio al menos una vez a la semana.
5. Permítete pequeños lujos y prémiate.
6. Desarrolla un pensamiento positivo nombrando varias veces al día las cosas que te
rodean que son agradables para ti. (“hoy hace un buen día”, “que bueno es esto”…)
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